Zeto Bórquez: «A partir del texto de Iván Trujillo, “Marchant: tono y traducción. Sobre filosofía chilena y onto-teología” (2013), nos preguntamos por los efectos de una coincidencia que Pablo Oyarzún expone acerca de la recepción del pensamiento de Heidegger en Chile en la época de la profesionalización de la filosofía, asociando una política filosófica universitaria con un trabajo en torno al pensamiento de Heidegger como “nuestro destino”. Para Trujillo, se tratará de observar de qué modo, tomando la predicción de Oyarzún como fuente, Juan Manuel Garrido concibe que Patricio Marchant ha intentado elaborar, desde una interpretación “post-fenomenológica” de Heidegger, un “programa filosófico del pensamiento chileno” como el intento de “definir filosóficamente nuestra realidad”; encuadre que, por otra parte, forzaría a Garrido a ejercer una restricción academicista sobre la filosofía de la deconstrucción. A propósito de dicha restricción, Trujillo va a decir que la relación que Garrido entabla con la deconstrucción es una relación de traducción, que perfilará como la “inyunción quizá heideggeriana de Pablo Oyarzún…[como] el mandato de traducir la lettre de la deconstrucción derridiana, la cosa derridiana por la cosa kantiana”. Esto, hasta Chances de la pensée (2011) y más allá. No dejando de considerar que tal vez lo que está en juego en dicha inyunción es un duelo con la filosofía de Derrida, nos interesa insistir sobre una operación que Trujillo en su texto anuncia: la cuestión filial. No es la primera vez que Trujillo se ha referido a este punto, el cual ha encausado como una estrategia familiarista que se deja expresar filosóficamente en Chile como “reunión entre el arte y la filosofía”, por ejemplo, con respecto a lo que desde una interpretación “post-fenomenológica” de Heidegger (pero también de Kant), “una cierta escuela de pensamiento del arte encabezada por Pablo Oyarzún” (Trujillo 2009, 45) se ve en la obligación de evitar. Del texto de Trujillo que se ocupa más directamente de Marchant, nos preocupa extender el hilo de una “noción de amistad” que, en efecto, se juega entre Oyarzún y Garrido, pero también, entre Oyarzún y Marchant; noción de amistad de un marcado tono homosexual. Si suscribimos a la hipótesis de Trujillo de que la inyunción de Oyarzún es la traducción, reparamos, por otra parte, en que ésta última, en Oyarzún, es pensada como amistad y amor. En este punto, nos preguntamos por el recorte academicista que Oyarzún ejerce sobre Nelly Richard a propósito de su propia traducción (la de NR) del pensamiento de Walter Benjamin. En este sentido –nos detenemos provisionalmente en este punto– la traducción, formalización “amorosa” del pensamiento según Oyarzún, hace implicar la noción de escena y de escena familiar. “En una ‘escena’ –dice Oyarzún– no tiene que haber forzosamente vínculos naturales entre sus integrantes, ni siquiera si se trata de una escena de familia: es más, resulta probable que sea justamente en una escena donde se hace posible provocar la primera impresión de la naturalidad de los vínculos, que sea preciso fingir una escena para constituir una familia” (ERO, 248). De ahí en más, la revalidación de un cierto programa del pensamiento filosófico chileno es lo que no se desplaza, sino es de un modo estricto, de Oyarzún a Garrido.»
Marcelo Rodríguez: «Esta intervención tratará la lectura que Louis Althusser realiza de los textos de Lenin Materialismo y empiriocriticismo (1908), y Cuadernos filosóficos (1914-1915). En base a estos dos libros, Althusser, en Lenin y la filosofía (1968), y en Lénine devant Hegel (1969), pone de manifiesto la radicalidad y originalidad de las tesis de Lenin sobre la filosofía, al destacar en ellas la puesta en juego no de una nueva filosofía sino de una nueva práctica de la filosofía. ¿En qué consiste esta nueva práctica de la filosofía? En el recorrido de nuestra intervención se irá trazando una respuesta a esta pregunta. Para tal efecto, y para ampliar en lo posible los alcances de la lectura althusseriana respecto a Lenin, recurriremos a algunas ideas trabajadas por Lecourt, Badiou, Montag, Buci-Glucksman, y Nicos Poulantzas.
Consideramos que dada la actual coyuntura filosófica y política que nos rige, retomar esta línea de investigación abierta por Althusser, referida al pensamiento de Lenin sobre la filosofía, tiene un claro objetivo político: criticar la denegación que realiza una parte considerable de la “escena” filosófica chilena respecto a las determinaciones que ejercen sobre la filosofía las ciencias, y fundamentalmente la política. A partir de Lenin se hace explícito que toda filosofía toma partido…»
Ernesto Feuerhake: «Esta intervención pretende discernir preliminarmente al “anti-intelectualismo” por medio de una lectura de Crítica y política de Nelly Richard. Es posible que algo así como el anti-intelectualismo no se piense suficientemente en la medida en que se lo conciba como opuesto, como un “contradiscurso” positivo enfrentado a la teoría. Más bien, cabría pensar quizá al anti-intelectualismo como una dimensión del pensamiento mismo. Es desde esta perspectiva que abordamos, de Richard y la crítica cultural, su relación con la filosofía. Creemos, además, que todo esto se aclara apuntando a lo que podría ser que fuera el tipo de subjetividad teórica que allí se emplaza.»